Retiro Barcelona Ene2012

Barcelona, del 8 al 14 de enero de 2012 - Transcripción de los diálogos

Advaita
No-dualidad
70 páginas
Origen: https://datelobueno.com/
Francis Lucille

BARCELONA, DOMINGO 8 DE ENERO DE 2012

Francis Lucille: Esperad algunos días para ver qué es lo que ocurre, qué es lo que pasa con vuestra relación con el mundo que os rodea, con los seres que os rodean y con vosotros mismos. Y mientras esperáis, dejaos guiar, seguid las sugerencias que aquí se hacen y, por supuesto, haced todas las preguntas que se os ocurran. Y acerca de las preguntas, no hay que hacer las preguntas que uno no tiene, sino que hay que hacer las preguntas que uno tiene.

Así que de nuevo, si tenéis preguntas ahora es el momento de hacerlas y si no tenéis preguntas permaneceremos tranquilos juntos para conocernos a otro nivel. Pero hay dos tipos de tranquilidad: Está la tranquilidad con preguntas y está la tranquilidad cuando no hay más preguntas. La tranquilidad cuando todavía hay preguntas es una tranquilidad inestable y aparente, es forzada; así que no es entonces una verdadera tranquilidad. Mientras que la tranquilidad cuando ya no hay más preguntas es una tranquilidad natural.

Interlocutor: Por favor, ¿puedes hablar acerca de eso que mencionas a menudo como el “acoger benevolente”? Tengo la impresión de que he pasado demasiado tiempo o bien rechazando las cosas o bien sumergiéndome en ellas.

Francis Lucille: Es más bien la “indiferencia benevolente”.

Aquello que somos profundamente es aquello que escucha estas palabras en este mismo momento. La consciencia.

La consciencia es benevolente en el sentido de que acoge todo aquello que se presenta a ella. La consciencia no dice jamás no. Y cuando rechazamos el presente, éste no puede dejar de presentarse porque en ese momento mismo es acogido en y por la consciencia. Así que la consciencia es un sí total a todas las cosas, a todo lo que se presenta, y es en ese sentido que es benevolente, porque no dice no, sino que acoge. Pero también en ese sentido es indiferente porque no tiene preferencia alguna, acoge todas las cosas de la misma manera. Así que cuando sugiero que acojáis todo con una indiferencia benevolente, esta sugerencia es, en cierto sentido, un truco de enseñanza, es un medio hábil -como dirían los budistas-, que está orientado a hacernos tomar posición en tanto que aquello que acoge de manera benevolente, es decir en tanto que consciencia y no en tanto que hombre, mujer, esposa o lo que sea, sino únicamente en tanto que consciencia. En el fondo esta posición de indiferencia benevolente es la meditación, y como la consciencia está siempre presente, esta actitud de acogida, de acoger indiferente y benevolente es, de hecho, el trasfondo consciente de todos nuestros pensamientos, de todas nuestras percepciones. Seamos o no conscientes de ello, en cada instante estamos en meditación. La única diferencia es que podemos ser conscientes de ello o no. Estamos conscientemente en meditación cuando no somos más que esa escucha acogedora, cuando no somos ni un hombre, ni una mujer, ni un esposo, ni una historia personal. Justo y únicamente este trasfondo consciente.

La verdadera meditación no es más que eso. Es importante saberlo porque a menudo proyectamos algunas expectativas sobre la meditación. Por ejemplo, bien la expectativa de que un estado desagradable, o que denominamos como desagradable, nos abandone, o bien la expectativa, la esperanza, de que surja un estado agradable. Y de hecho, en la mayoría de las ocasiones tenemos las dos expectativas: Que nos abandone un estado desagradable y que surja un estado agradable. En tanto haya esta expectativa todavía estaremos situados en tanto que un fragmento, que un objeto limitado, y no en tanto que consciencia. Y entonces no estaremos en meditación.

Así que, lo que ocurre muy a menudo en un retiro como éste, es una alternancia entre los momentos en los que volvemos a esta escucha y los momentos en los que, debido a la pesadez de los hábitos y de las costumbres, abandonamos esa escucha.

I: El otro día tuve un sueño, era un sueño lúcido. Y en el sueño yo veía la totalidad como si estuviese aquí, delante de mí. Yo quería entrar pero me di cuenta de que la puerta era muy pequeña e intentaba entrar pero no podía. Me di cuenta de que con el “yo” no podía entrar, y entonces sentí miedo: "Si entro me voy a perder, voy a desaparecer". Estuve dudando y creo que finalmente decidí entrar porque había muchas ganas, lo que pasa es que no me acuerdo. Y la pregunta es: ¿Si no hay nadie que esté observando, porque lo (me) he dejado fuera, realmente puedo acordarme de este estado?

FL: Aquello que podría entrar, no podrá entrar jamás. Quiere decir el objeto, la persona que se presenta delante de la puerta y que quiere pasar al otro lado no puede pasar jamás al otro lado. Aquello que podría pasar del otro lado y que es la presencia misma, ya está del otro lado. Es por esto que decimos que es una puerta que no lo es, una puerta sin puerta. Es una puerta a través de la que nadie puede pasar, nadie pasa.

Los sueños son un lenguaje. Es un lenguaje distinto del lenguaje de las palabras. Es un lenguaje de imágenes y esas imágenes son símbolos. El sueño nos indica algo en la sucesión de los símbolos de la misma manera que el lenguaje nos dice algo en la sucesión de las palabras. Las palabras en el lenguaje del estado de vigilia hacen referencia a una realidad, pero no son la realidad. La palabra no es aquello a lo que se refiere. La palabra mesa no es una mesa, la palabra consciencia no es la consciencia. Como decía Krishnamurti, la palabra no es la cosa. Así uno no puede experimentar el helado de vainilla con las palabras “helado de vainilla”. Ocurre lo mismo con los sueños. El símbolo en un sueño no es la cosa a la que se refiere, y así la puerta en el sueño y el espacio que está más allá de la puerta, no son la verdadera totalidad. De la misma forma que no podemos tener la experiencia de la totalidad a través de las palabras, no podemos tampoco tenerla a través de los símbolos. Está más allá de las palabras y más allá de los símbolos. Pero ciertas palabras y ciertos símbolos nos llevan, de alguna manera, al umbral de la experiencia de la totalidad.

Este tipo de sueño es precisamente el tipo de sueño que nos lleva al umbral de la experiencia de la totalidad. Es normal que no tengamos recuerdo a nivel mental de la experiencia de la totalidad, porque la mente no está presente, en el fondo abandonamos la mente. En el caso del sueño, abandonamos los símbolos para tener la experiencia de la presencia a la que apuntan los símbolos. El hecho de que a nivel de la mente no haya recuerdo de la experiencia es, desde mi punto de vista, un buen signo. Aquello que está más allá de la mente es pura paz, pura felicidad. Lo que es importante en tu sueño es que dijiste sí, a pesar del miedo que surgía. Para aquellos que dicen sí la puerta siempre está abierta.