La sencillez de ser

Advaita
No-dualidad
110 páginas
Origen: https://datelobueno.com/
Jean Klein

¿Qué fue lo que le indujo a marchar a India?

Una necesidad interior, un anhelo de encontrar la paz, de encontrar el centro en el que simplemente se es uno mismo, libre de cualquier estímulo. Todo lo que había leído de la India tradicional, especialmente de la India antigua, me llevó a sentir que la India actual todavía podía reflejar la antigua sabiduría, que podía ser aún una sociedad centrada en la verdad. Naturalmente, es peligroso creer que puede adoptarse otra cultura distinta a la propia, pero el motivo de mi partida a la India no fue la búsqueda de una nueva creencia, religión o cultura. Era consciente de que no encontraría lo que estaba buscando por el simple hecho de asumir un nuevo estilo de vida o un punto de vista diferente. Desde el principio, me sentí convencido de la existencia de una esencia de ser que es independiente de toda sociedad y sentí la necesidad interior de explorar esta convicción.

¿Así que su actitud no era concretamente la de buscar un maestro?

No. No buscaba nada específico, pero al llegar a la India, en un entorno completamente nuevo, me quedé sin referencia alguna respecto a mi experiencia anterior. Al quedar en suspenso toda valoración, me sentí catapultado hacia una actitud de apertura y receptividad ante todo. Y me sorprendió encontrar tan pronto al hombre que más tarde sería mi maestro. No puedes buscar un maestro. El maestro te encuentra en tu conciencia.

Esta necesidad interna, este anhelo de libertad, ¿debe ser muy fuerte?

La necesidad de libertad debe ser enorme. No puede ser aprendida ni adquirida, pero llega a hacerse presente por medio de la autoindagación. En la autoindagación aparece un pre-sentimiento, una insinuación de la realidad y es este presentimiento lo que hace surgir un tremendo anhelo. ¡Puede ser tu despertar!

Cuando te observes a ti mismo, será lo que inicialmente sientas. Puedes desconocer qué clase de carencia es ésta y buscarás entonces en distintas direcciones con la esperanza de satisfacerla. Cuando este proceso de búsqueda se haya llevado a cabo, puede
llegar un momento en que la carencia y el deseo que ella conlleva se desvanezcan. Por un instante, estás en paz. Pero al no ser consciente de esta falta de deseo, te fijas en el objeto, en lo que podría llamarse la causa de tu satisfacción y, naturalmente, ésta pierde inevitablemente su encanto y de nuevo te encuentras insatisfecho. Pasarás por muchas de estas situaciones sin salida, como un perro de caza que no puede encontrar el rastro y da vueltas frenéticamente. Pero estos cul-de-sacs de la experiencia te aportarán una cierta madurez, porque inevitablemente te interrogarás con mayor profundidad sobre todos los acontecimientos y sobre su transitoriedad. Es un proceso de eliminación. Debes indagar, como un hombre de ciencia, en tu propia vida. Observa que siempre que consigues lo que deseas estás en una ausencia de deseo en la que el objeto inicial, la supuesta causa de tu falta de deseo, no está presente. Observa que esta falta de deseo es realmente inmotivada y que eres tú quien le está atribuyendo las causas.

Al llegar a un cierto punto de madurez, te sentirás repentinamente atraído por el perfume de la realidad; tus idas y venidas en todas direcciones, tu dispersión, cesará. Espontáneamente, te encontrarás orientado. Tu perspectiva total cambiará. El perfume te
seduce y te ofrece un anticipo de la realidad, un pre-sentimiento que hace surgir ese
intenso estímulo interior de que acabamos de hablar.