Encuentro Barcelona Sep2012

Encuentro con Rupert Spira - Barcelona, 28 al 30 de septiembre de 2012 - Transcripción de los diálogos

Advaita
No-dualidad
65 páginas
Origen: https://datelobueno.com/
Rupert Spira

Primer diálogo - 28 de septiembre de 2012

Rupert Spira: ¿De qué manera, cómo es posible que seamos conscientes, que conozcamos nuestra experiencia? Por experiencia me refiero a pensamientos, ideas, sentimientos, sensaciones corporales, vistas, texturas, sonidos, olores, sabores... ¿Cómo es, de qué manera somos conscientes de todo esto? Ahora mismo la mayoría de nosotros tenemos pensamientos, ¿qué es eso que es consciente o que conoce esos pensamientos? Todos estamos experimentando sensaciones corporales; por ejemplo la sensación cosquilleante en tus manos o en tus pies. ¿Qué es eso que es consciente o que conoce la sensación cosquilleante? Todos estamos oyendo estas palabras o estamos viendo esta habitación -si nuestros ojos están abiertos-, sentimos la temperatura del aire en nuestra piel... ¿Qué es eso que es consciente o que conoce esas sensaciones y esas percepciones?

Sea lo que sea es aquello a lo que nos referimos cuando decimos yo. Este yo que es consciente de mis pensamientos y de mis sentimientos. Este yo que es consciente de la sensación cosquilleante de mis manos o de mi cara. Este yo que es consciente de esos sonidos, vistas, de las sensaciones táctiles... ¿Qué es este yo? ¿Cuál es su naturaleza?

Todo lo que podemos decir acerca de él está basado en nuestra experiencia íntima y directa. Nuestra cultura nos ha dicho muchas cosas acerca de ese yo, acerca de nosotros mismos; pero si dejamos a un lado todas esas ideas que nuestra cultura nos ha dado acerca de nosotros, de nuestro ser mismo y vamos directamente a nuestra propia e íntima experiencia, ¿qué es lo que podemos saber con certeza acerca de nosotros mismos? Toda nuestra vida gira en torno a este yo; así que estaría bien saber al servicio de quién está nuestra vida entera.

Sea lo que sea lo que yo soy, no estoy hecho de pensamientos. Es muy fácil comprobar esto. Tan solo en los minutos que llevamos aquí decenas de pensamientos han aparecido y desaparecido; pero yo, aquel que es consciente de todos esos pensamientos, no aparezco o desaparezco con ellos. El yo permanece presente mientras que los pensamientos van y vienen y, por lo tanto, no puedo estar hecho de un pensamiento. Lo mismo con las percepciones y sensaciones que llamo mi cuerpo, todas aparecen y desaparecen. Puede que tengamos una idea de un cuerpo permanente, pero todo lo que realmente experimentamos de ese llamado “cuerpo permanente” tan solo son sensaciones y percepciones impermanentes. En otras palabras, el cuerpo que actualmente experimentamos, el único cuerpo que verdaderamente conocemos, está siempre apareciendo y desapareciendo pero, yo, aquel que es consciente de esas sensaciones y percepciones impermanentes no aparezco ni desaparezco con ellas; yo permanezco presente. Las sensaciones y percepciones aparecen y desaparecen y, por lo tanto, yo no puedo estar hecho de una percepción o de una sensación. Algo que está siempre presente en nuestra experiencia real no puede estar hecho de algo que es intermitente.

Así que, ¿de qué estoy hecho? ¿Cuál es mi naturaleza real? No digas “no lo sé”. Tú te conoces a ti mismo más íntimamente de lo que puedas conocer cualquier cosa. Ahora tan solo refiérete a tu experiencia íntima y directa. Intenta encontrar en ti mismo a qué se refiere la palabra yo. Y si intentáramos decir algo cierto acerca de nuestro ser, de nuestro yo, no algo que creamos que es cierto, no algo que se nos ha dicho que es cierto, sino aquello que conocemos ser absolutamente cierto por experiencia directa, ¿qué diríamos entonces? Intenta pensar un pensamiento que sea cierto acerca de ti mismo. Felizmente ya te has dado cuenta de que no puedes estar hecho de un pensamiento, de una percepción o de una sensación; intenta tener un pensamiento que sea cierto acerca de ti mismo.

Observa que casi todo lo que el pensamiento pueda decir acerca de nosotros no se refiere, de hecho, a nosotros ni nos describe; sino que describe los pensamientos, los sentimientos y las percepciones de los que somos conscientes. Entonces, como consecuencia de ello, dice cosas como: yo soy un hombre, soy una mujer, yo soy inteligente, yo no soy inteligente, soy español, soy francés, soy alto, soy bajo, soy viejo, soy joven... Pero todos estos pensamientos se refieren a sentimientos, sensaciones, percepciones o ideas. En otras palabras, tan solo describen lo que son la mente y el cuerpo o al menos lo que parecen ser, pero no nos dicen nada acerca de nosotros mismos, no nos dicen nada acerca de yo: aquel que es consciente de todo eso. Así que deja todos esos pensamientos a un lado y vuelve a la experiencia de ti mismo, la cosa más íntima que conocemos y que obviamente no es una cosa. Aquello que ha estado contigo durante toda tu vida y, pregúntate otra vez: ¿qué puedo decir con absoluta certeza de mí mismo?

Lo primero que sabemos con certeza absoluta es que sea lo que yo sea, soy; en otras palabras, estoy presente. El ser es inherente en mí y este yo no solamente está presente, sino que también es consciente. No estoy diciendo algo que sea muy místico o extraordinario; de hecho, lo que estoy diciendo es más simple y ordinario que decir que dos más dos son cuatro. De hecho nos lo deberían haber dicho en la escuela antes de decirnos que dos más dos son cuatro, que mi esencia natural es simplemente de ser, y de ser consciente. Yo soy, y el yo que yo soy es consciente de que yo soy.

Intenta girar tu atención hacia ti mismo. Intenta girar tu atención hacia este ser simple y consciente. No vuelvas tu atención hacia un pensamiento, un sentimiento, una percepción o una sensación. Es muy fácil hacerlo, todos sabemos cómo girar nuestra atención hacia alguno de esos elementos. Así que, si por ejemplo os pido girar vuestra atención hacia el sonido del bebé que balbucea (nota aclaratoria: un bebé balbucea en la sala) o si os pido volver vuestra atención a la sensación cosquilleante de las plantas de tus pies, todos sabemos exactamente hacia dónde girar nuestra atención; vamos directos a la dirección correcta. Pero cuando intentamos girar la atención hacia aquello que es consciente de todo eso, sea lo que sea, ¿en qué dirección nos giramos? Intenta girarte hacia esa dirección, no pienses en ello sino que intenta hacerlo en tu experiencia. No se trata de teoría no-dualista, sino que se trata de la naturaleza real de nuestra experiencia. Intenta volver tu atención hacia aquello que es consciente de tu experiencia.

Una cosa muy interesante ocurre cuando intentamos hacer esto. Sabemos con absoluta certeza que yo soy, que somos, y que ese yo no solo está presente sino que también es consciente. Pero cuando intentamos encontrar este yo no solo jamás lo encontramos en tanto que un tipo de objeto, sino que tampoco sabemos hacia qué dirección tenemos que girarnos. Cualquier dirección parece incorrecta. Es como intentar ver el espacio vacío, allí donde miremos no lo encontramos y al mismo tiempo jamás podemos escaparnos de él. Jamás podemos encontrar esa presencia consciente y, al mismo tiempo, jamás cesamos de serla. Pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones cesan, pero el yo jamás cesa.

Ahora intenta agitarte a ti mismo. ¿Puedes agitar aquel que es consciente de tu experiencia? Es muy fácil agitar los pensamientos, las percepciones, los sentimientos, las sensaciones, todos sabemos cómo es eso; pero... ¿qué hay acerca de ti mismo? Cuando tus pensamientos o sentimientos se agitan, tú, aquel que es consciente de los pensamientos y sentimientos, ¿compartes su agitación? Refiérete solamente a tu experiencia real de este momento. Experimenta con tu experiencia. Permite que tus pensamientos y sentimientos se agiten y comprueba por ti mismo si tú, aquel que es consciente de ellos, se agita con ellos.

Descubre así, en tu propia experiencia, que eres imperturbable como el espacio vacío que independientemente de lo que sucede en él no pude ser alterado, no puede ser agitado. No tenemos que hacer que esto suceda, no tenemos que aquietar o que silenciar la mente. Esté la mente agitada o no, tú, yo, aquel que es consciente de la mente, siempre permanece abierto y, como el espacio vacío, imperturbable, indestructible, pura apertura, pura disponibilidad, pura receptividad, sensibilidad; vacío en el sentido de que no está constituido de ningún tipo de objeto, pero pleno o lleno de ser, de conocer y de consciencia.