La alegría sin objeto

Advaita
No-dualidad
103 páginas
Origen: https://datelobueno.com/
Jean Klein
 CONTENIDO
  • Prólogo
  • Confusión del sujeto con el objeto
  • La respuesta silenciosa y general
  • Fuera del circulo vicioso: el estado meditativo
  • La resolución de todas las preguntas
  • Más allá de los estados
  • El acercamiento
  • Lo vivenciado. El maestro espiritual
  • Hacia la plenitud
  • Conocer el ser es conocerse como ser
  • La unidad omnipresente. La liberación
  • ¿Quién soy?
  • El silencio
  • La meditación
  • La fuente de todo deseo

PROLOGO

Musicólogo y con formación médica, el autor de «La Alegría sin Objeto» llegó a interesarse por las doctrinas orientales a través de la lectura de las conferencias de René Guénon, lo que le condujo a buscar un conocimiento directo y no sólo libresco del Vedanta-Advaíta, junto a maestros contemporáneos. En efecto, en el transcurso de largas estancias en la India es cuando Jean Klein adquirió «de boca a oído» lo que nos comenta y su libro es el testimonio de una experiencia doble: la búsqueda espiritual que el autor llevó a término en Oriente y sus encuentros con numerosos investigadores occidentales a los cuales trae una contestación en nombre de los maestros que le juzgaron
calificado para transmitir su enseñanza.

¿Qué es el Vedanta-Advaíta a que apela dicha enseñanza? Es sabido que las Escrituras en las cuales se basa fundamentalmente el brahmanismo se agrupan bajo la denominación general de Veda, de ciencia sagrada. Entre estos textos los llamados Upanishads constituyen, con los Brahmas-Sútras y la Bhagavad Gita, el Vedanta, es decir el fin del Veda, la palabra fin teniendo aquí el doble sentido de conclusión y de meta.

Ocupan un sitio eminente en la literatura sánscrita porque tratan principalmente de una noción a la cual se une más o menos directamente todo lo que lleva el signo del genio hindú. Advaita es un epíteto distintivo que, significando «no-dualidad», define la meta última en vista de la cual están ordenados los enunciados del Vedanta en su más elevado nivel: la perfecta identidad del «Atman» o «yo individual» y del «Brahman» o «YO» universal. Se trata de una concepción metafísica cuyo equivalente se encuentra bajo una forma más o menos velada en cualquier esoterismo auténtico, en particular en el Sufismo y en la Kabbala.

Hablamos de concepción metafísica por que el objeto del Vedanta no es un artículo de fe en competencia con los dogmas de una u otra religión o con las aserciones no verificables de cualquier místico. Corresponde menos aún a alguna hipótesis de vana especulación adornada con nombre de filosofía. Las verdades formuladas se relacionan con una realidad cuyo descubrimiento es del mayor interés porque sencillamente está, a
pesar de las apariencias, más allá del tiempo, del espacio y de la causalidad; lo que permanece es la esencia íntima y eterna de nuestro Ser.

Cuando esto es conocido, todo es conocido

(Mundaka Upanishad, 1-1 -3)

Esta unidad, el YO, comprende espectador y espectáculo. La mente proyecta sus ideas y sus imágenes en la oscuridad de su ignorancia fundamental; dicha ignorancia implica la dualidad. El YO es conocimiento puro, luz pura, su conocimiento verdadero se sitúa más allá del conocimiento-ignorancia. Igualmente, su luz está más allá de la luz y de la sombra; el YO es Uno y de él todo fluye. «Eres Esto» dicen las Escrituras.

Añadamos en seguida que la discriminación de nuestra verdadera naturaleza así definida, con tal de que se proceda según la norma, especialmente bajo la dirección de un instructor competente, debe llevar a esta toma de conciencia efectiva que deja lejos tras sí todas las vistas teóricas que se pueden mantener a este respecto. Tal realización constituye lo que el Vedanta llama la liberación, por que el ser que lo ha logrado, de ahora en adelante, está liberado del Samsara, en otros términos, ha dejado de ser engañado por la ignorancia que le ataba a las miserias e ilusiones de la existencia, provocando una transformación profunda y radical en él.

Dicho esto, hablemos del libro de Jean Klein. El lector no debe esperar encontrar en él una exposición metódica de la doctrina advaítica, algo similar a la exposición de una tesis universitaria. Puede también resultar decepcionado si piensa recoger en él materia para enriquecer su erudición. De igual manera se equivocaría si pensara encontrarse con un diálogo de tipo platónico artificialmente establecido por el autor con objeciones inconsistentes para poner en valor sus réplicas. Esta obra es una recopilación de charlas en las cuales participaban interlocutores que hacían preguntas con toda libertad a un instructor deseoso de ser comprendido y no creído incondicionalmente. Las contestaciones dadas son de inspiración espontánea y su alcance, claro está, depende del portavoz que sirve de canal, pero con una forma cuyo molde no ha sido dado por el auditor y cuya eficacia él solo puede apreciar. En efecto, conviene no perder de vista que el mensaje comunicado así sugiere más que afirma con el fin de evitar al investigador la trampa de quedarse mentalmente satisfecho, ya que se trata de llevarle a inclinarse hacia el verdadero gurú, el que está en él y de donde surgirá finalmente la intuición de lo que es: pura conciencia y pura felicidad.

Todas las preguntas convergen hacia la solución de un mismo problema, pero están formuladas desde un punto de vista que varía de una persona a otra; por lo tanto no hay que extrañarse de encontrar aquí y allá repeticiones que pueden ser consideradas como fastidiosas y contradicciones aparentes que hubiera sido fácil eliminar en un libro. En el primer caso, se ha pensado preferible conservar el frescor del lenguaje que tiende a mantener al interesado en la misma dirección; en el segundo, la diferencia de nivel intelectual que revelaba la pregunta pedía una contestación en concordancia. Efectuar cambios en vista a una redacción literariamente mejor equilibrada hubiera
podido modificar arbitrariamente la fisionomía y la integridad de estas charlas.

Para no equivocarse acerca de la meta del presente libro, el lector no deberá olvidar que aquí se le da sólo los ecos de una enseñanza cuya resonancia profunda está reservada a la transmisión oral. Si le mantiene atento la evidencia de las contestaciones que tienen siempre un carácter pedagógico y proceden de la unidad hacia la cual todo tiende, desarrollará aquel arte de leer, tal como se escucha un poema, una música, y hará que estos textos adquieran vida, dejando madurar lo que sugieren en lo profundo de su ser.