Semillas de Consciencia

Advaita
No-dualidad
174 páginas
Origen: https://datelobueno.com/
Sri Nisargadatta Maharaj

UNA CITA CON LA ETERNIDAD

Exteriormente Sri Nisargadatta Maharaj parecía un hombre común, hablaba solamente su lengua nativa, el marathi, pero la sabiduría de sus espontáneas palabras era la misma que se encuentra en los Vedas o en los Upanishads. Era un brillante ejemplo de quien está en el estado consumado de la Presenciación Eterna. Para el buscador que quiere encontrar un sabio vivo que iguale en sabiduría a los de las escrituras, Sri Nisargadatta Maharaj representaba el cumplimiento de sus anhelos más íntimos.

Sri Nisargadatta Maharaj no se presentaba como Mahatma, como Bhagavan, ni como Paramahamsa. No tenía ningún yoga, ningún sistema de filosofía que ofrecer o predicar, todo lo que sabía y experimentaba era la Naturaleza Real —la Naturaleza Real común a él mismo y a sus oyentes. Dio el clamoroso consejo que desde tiempos inmemoriales ha dado la India a toda la humanidad: «Conoce tu verdadero Ser».

Durante más de cuarenta años este gran hombre se mantuvo repitiendo, «Sé consciente de tu estado de ser —de puro y simple ser— sin ser esto, eso o lo otro». Provocaba a sus oyentes para que le hicieran preguntas, pero sus respuestas nunca eran meramente respuestas. La respuesta constituía siempre un desafío a quien había preguntado para que descubriera por sí mismo cuál era su Naturaleza Real.

Hablaba desde su propio conocimiento directo y decía que él solamente contaba su propia «historia». No necesitaba ninguna prueba para sus palabras. No se apresuraba a citar ninguna autoridad para respaldarlas a fin de que el oyente pudiera apreciar mejor su verdad. También instaba a su interlocutor a que hablara desde su propia experiencia y a que no citara lo que otros han dicho. Mantenía que su propia «historia» se convertiría también en la de su oyente, que lo mismo que había florecido en él iba a florecer en nosotros —una vez ya estabilizados en nuestra propia «eseidad», en nuestro puro estado de consciencia.

Cuando se suscitaba la fastidiosa cuestión de las vidas anteriores, Maharaj preguntaba inmediatamente si el interlocutor sabía algo sobre este «nacimiento», su nacimiento actual. «¿Por qué hace usted una pregunta que es completamente innecesaria?, decía, ¿Por qué? Cuando se le preguntó al Buddha lo que es el pecado, el Buddha respondió, “Todo lo innecesario es pecado”. La única cosa necesaria es descubrir quién está haciendo la pregunta. ¿Cuál es su Naturaleza Real? ¿Cuál es la Realidad que hay antes de que surja la consciencia de “yo soy”? Permanezca fijo en su eseidad, y entonces usted verá lo que es anterior a las palabras “yo soy”».

Con el estudio de los Vedas, los Upanishads y otras innumerables escrituras hindúes, el estudiante puede obtener un atisbo de la Verdad —como si contemplara un bello y vívido cuadro de esa Verdad. Pero sentarse cerca de Sri Nisargadatta Maharaj era escuchar al Upanishad vivo, era estar en presencia de la esplendorosa y vibrante Verdad misma.

Dr. Damayantie
Doongagi Bombay

INTRODUCCIÓN

Cuando se me pidió presentar a Sri Nisargadatta Maharaj a los lectores de este libro, me sentí más bien desconcertado, pues difícilmente me habría considerado a mí mismo idóneo para ello. Antes de que pudiera organizar en mi mente los argumentos por los cuales algún otro debía llevar a cabo esta honorabilísima tarea, se me dijo que Maharaj quería que lo hiciera yo. Con ello, la cuestión quedó zanjada sin más discusión.

Yo siempre había sentido que en la religión tenía que haber algo más profundo que suplicar a alguno de los Dioses que nos diera felicidad y nos guardara de la miseria. Había leído bastante sobre la filosofía Advaita, de modo que cuando tropecé por primera vez con el libro Yo Soy Eso que contiene los diálogos compilados por el desaparecido Sri Maurice Frydman, entre Sri Nisargadatta Maharaj y diversas gentes que lo visitaron, me sentí considerablemente sorprendido de que un Maestro estuviera viviendo, no en los Himalayas, sino en mi ciudad natal de Bombay y que, a pesar de mi profundo interés en el tema, no hubiera yo tenido la buena fortuna, durante todos estos años, de encontrarme con él. Inmediatamente después, no hay necesidad de decirlo, fui y me senté a sus pies. De hecho, supe por primera vez de Maharaj a través de un artículo de la señora Jean Dunn, publicado en el número de Octubre de 1978 de la revista The Mountain Path, pero la lectura del libro Yo Soy Eso fue lo que más profundamente me impresionó.

En aquella primera visita, tras subir los escalones que conducían al altillo de su residencia en Vanamali Mansion, 10th Lane, Khetwadi, encontré a Maharaj sentado en un rincón de la habitación, encendiendo unos bastoncillos de incienso y colocándolos en diversos receptáculos frente a él. Cuando me incliné en salutación y puse ante él la ofrenda de frutas, me miró con su penetrante mirada, me sonrió cálidamente y me dijo: «Ah, ha venido usted, ¿no es así? Siéntese». Durante un momento no pude remediar preguntarme si no me habría confundido con algún otro, pues sus palabras parecían implicar que estaba esperándome. Cuando me preguntó si tenía algunas preguntas concretas que hacerle, dije que me gustaría mucho sentarme en quietud y absorber tanto sus palabras como el ambiente espiritual que prevalecía en su presencia. El sonrió y asintió. Desde entonces he visitado a Maharaj regularmente.

Por mi propia experiencia sé que Maharaj es reacio a hablar sobre sí mismo como individuo, y toda información personal sobre él ha tenido que ser obtenida de terceros. Una cosa es cierta: no es un Sadhu ni un Sanyasi; en realidad carece de toda pose particular. Es un hombre simple, vestido con las prendas más ordinarias (su apariencia es la del sencillo padre de familia que es, exactamente como millones de otros). Durante sus conversaciones dice a menudo que no es una persona instruida y que, por lo tanto, solamente puede hablar de su conocimiento o experiencia personal, y que todo lo que ha sido capaz de conocer sobre su ser verdadero se aplica a todos los demás. Nunca olvidaré una frase suya: «Hubo una época en que me consideraba a mí mismo un ser humano varón, casado y con hijos; entonces me encontré con mi Gurú y bajo su iniciación e instrucción llegué a saber que yo soy el Brahman».